17 febrero 2011

TRES PREGUNTAS

¿Por qué galopa mi corazón
cuando mi mente piensa en mirarte?

¿Por qué tiembla mi cuerpo entero
cuando te acercas sólo un instante?

¿Por qué se adueña de mí la calma
al hablar contigo de cosas vanas?

¿Por qué, si yo no te escogí
para amarte?

KEITH RICHARDS


 - Los viejos roqueros nunca mueren- dice la canción y la sabiduría popular. Y debe de ser cierto. A este guitarrista, que no ha parado de rodar por el mundo con su banda, se le pueden contar los años en las arrugas de la cara. Él, sin embargo, pretende burlar el paso del tiempo con unos tenis raídos y propios de un adolescente.

La muerte le vigila desde el anular de su mano derecha: tiene como anillo una calavera pesada y brillante. Y a su compañera de juergas - la droga- la mantiene presa con su peculiar pulsera de plata: una esclava que le recuerda las tres veces que ha estado en la cárcel por posesión de hachís, y con la que intenta esposarse a la vida.

Este viejo pirata, con arete en la oreja y pitillo en boca, aún utiliza calcetines turquesas. Su mirada desafiante y una estética rebelde, transmiten la energía de sus años de juventud. El rey de la guitarra se resiste a aburguesarse y conserva la sangre fría ante la vejez. Sólo así se explica que sea capaz de soportar el contacto diario con el metal que rodea su cuello y su muñeca.

Abandonó su amor por las drogas, pero aún flirtea con el tabaco. El humo del pitillo revolotea a su alrededor y se funde con las manchas de humedad de la pared de atrás.

Estamos ante un vividor de mirada insolente al que las estadísticas de la prensa daban por muerto hace muchos años. Sin embargo, aún le quedan fuerzas para pelearse con Mick Jagger y arrancarle a su guitarra acordes de rock and roll, mientras canta con una voz que imaginamos ronca y gastada.

12 febrero 2011

EMBERS OF LOVE

Un silbido del viento
rozó nuestro pelo
como un cuchillo.


Partió en dos la distancia,
encendiendo la vela
del largo olvido.


Un silencio violento
perfora ahora
nuestros oídos.


Pensamientos que mueren
antes de haber
sido concebidos.


Ya no hay nada que ahora
quiera ofrecerte.
Hablo a fondo perdido.


Mermelada de piedra
cae sobre ambos.
Nos paraliza.


Aire helado me hechiza.
Corazón, cerrado.
Mirada huidiza.


Por más que miramos
no vemos nada.
Sólo el vacío.


Prisionera e inerte,
intento escapar
para no poder verte.


Ya no quedan rescoldos
de aquel amor
que una vez compartimos.