26 noviembre 2015

Un recuerdo de Bruselas

Mont des Arts, Bruselas


     Cuando pienso en Bruselas
no pienso en cielos grises;
idiomas que se cruzan 
me vienen a la mente.

Fogosos edificios 
sobre cielo escarlata
y níveas escaleras
bañadas por el sol. 

Bronceadas esculturas
sobre altos pedestales
desde lo alto, saludan. 

Y al caer la tarde
nubes rosas, veloces,
de sueños no cumplidos 
tiñen el horizonte. 

       Cuando estoy en Bruselas
se me olvida el invierno
y las nieves congeladas
hasta que el húmedo frío
los pies me paraliza. 

Librerías empolvadas 
y antiquaires en Sablon;
mercadillos d'occasion
me descubren otros mundos...
Y las lágrimas de lluvia
alegres me parecen. 

La tristeza sobreviene
cuando pienso en la gente: 
el cielo cae de plomo
sobre mis hombros tristes 
y un aguijón de plata
se clava en mi nostalgia. 

       Cuando voy por Bruselas, 
no veo bruselenses.
Veo calles desérticas
o de turistas llenas.

Por paseos solitarios
descubro gentes raras,
y las gentes corrientes
en todos lados están. 

Mentes cerradas, abiertas. 
Calle estrecha y avenida 
con alegres empedrados 
en los que torcerse el pie.

Cuesta arriba y empinada, 
no hay gofres en bicicleta,
sino muchas losas sueltas
y sus eternas reformas. 

Pues Bruselas no es París: 
bajo el cielo de Magritte
no hay bistrots, hay brasseries
donde se sirven moules frites 
y un entorse à la cheville... 

     Cuando descubro Bruselas
pego el ojo a los cristales
del médico de instrumentos: 
los oficios, de momento
se resisten a morir.

Burocracia interminable
o más bien, lenta.
Olor fresco en los jardines.
Aire triste y decadente...
Anaranjadas farolas
y en la Grand Place: ¡acuarelas!

El arte.

Baile y danza.
Basuras y escaleras. 
Sube y baja. ¡Tanta cuesta!
¿No era plano el país belga?

En pintorescos rincones
de gofres et chocolats
se impregna el aroma ambiente.

Y en la terraza de Louise, 
une vue panoramique:  
L'Atomium et Les Marolles, 
Place Flagey et Basilique. 

     Cuando paseo en Bruselas
los conciertos me sorprenden:
techno, tango y jazz manouche
en un ritmo que no duerme.

Stagiaires en Place Lux;
cornettes de pâtes, friteries, 
sauces tartar et andalouse.  

Bar à vins y jazz en bares,
bar à huîtres, malabares. 
Vida bohemia y bullicio.
Artes, música, gentío.

Con sus terrazas llenas
al primer rayo de sol,
y esa gente que saluda
sin conocerte de nada. 

     Yo no sé si Bruselas
me gusta o no me gusta.
Sólo sé que me sorprende
con sus ritmos; me divierte,
me hastía o me enternece.
Y a veces me enfurece.
No me deja indiferente.

Je la cherche, 
elle me manque. 


19 octubre 2015

« BOUM » (Latido)

« BOUM » (Latido). Mon cœur bat plus fort après chaque caresse. Mes joues crépitent, titillent au chaud, rougissent. Je veux prendre de l´air, faire gonfler mes poumons; car le sang doit arriver jusqu'au dernier coin de mon corps, jusqu'au bout de mes doigts, qui sentent ta peau et s'excitent, jouissent. Tu m'éblouies.
J'ai hâte de te frôler, te toucher. De reconnaître chaque tache de ta peau. Mais tu n'est plus là.
Dans mes jambes, la force diminue; mes mains tremblent. 
Aveuglée par tes mots, le monde tourne autour de toi, maintenant. Ou « mon » monde, en fait. 
Ligero mareo
Noir désir...

Je t'aime. 


05 agosto 2015

Sueño reparador

Como cada mañana, a Aurelio le despierta el claqueteo de zapatos junto a sus cartones malolientes. Son brillantes, lustrosos. Quiere escupirles, pero no le quedan fuerzas. Ahora llegan los tacones: alarga su mano para tocarlos y le cae un billete arrugado. Abre el billete con ansia, pero sólo era un tique de metro. El gentío le pisa, y le da vueltas la cabeza de tanto tiempo que lleva sin comer. Como cada mañana, cierra los ojos para soñar y cuando los abre despierta en el campo, en su infancia, de la que nunca quiere regresar.

Foto: Jaime Sesé (http://jaimesesefotografia.blogspot.com.es/)


Taller de microrrelatos "Sea breve, por favor. II" del Colectivo Iletrados

23 julio 2015

Estoy perdiendo la identidad

Hoy me toca renovar el DNI. Tras la ducha limpio el espejo empañado hasta que consigo verme, pero mi brazo derecho continúa borrado por el vapor. Por más que lo limpio, el vaho no desaparece. Son las 8:43, así que me voy sin la imagen de mi brazo, pues llego tarde. Cuando llega mi turno en comisaría el funcionario me advierte de que estoy en un error: “Usted vino ayer a las cinco” – dice – “Aquí está el resguardo firmado con su huella”. – No puede ser – Le digo mientras mojo mi dedo en tinta y le estampo el pulgar en el papel. – ¡Compruébela, no es la misma! – Pero el terror me paraliza cuando veo que no tengo huellas… Estoy perdiendo la identidad.


Taller de microrrelatos "Sea breve, por favor. II" del Colectivo Iletrados

21 julio 2015

El uni-verso

Concentró en un solo verso toda su vida, todo su mundo. Cuando quiso salir de él, no pudo: a su alrededor reinaba el vacío.

19 julio 2015

Él, Ella y la Otra


À L. Lederlé 
Dos es compañía, tres son multitud. (Refranero popular) 

Ella es guapa, con ese ideal de belleza clásica, a la vez dulce y helénica. Dentro, espera Él: da pasos nerviosos en la pequeña sala e intenta concentrarse en las notas del concierto. Con prisas, llega la Otra. Y se la encuentra.

La Otra especula: debe ser Ella… Aunque no la esperaba: llegó por sorpresa. Pregunta Ella cosas, responde –en su idioma- la Otra, pues Ella conoce bien su lengua (la de Él) y el idioma de la Otra. Curiosa y atrevida, Ella le interroga – ahora que están las dos – sobre Él: “¿Es buen profesor?” - Se ríe y bromea. Pero ha paralizado a la Otra, quien la mira, congelada, e intenta sonreír.

Tras los aplausos, Él sale al escenario. Su paso es ligero, firme, flotante; espalda recta y movimientos de bailarín. Entra con su amplia sonrisa ladeada, la cara morena, los labios gruesos. Saluda y se sienta. Y se pasa la mano por el pelo, retirándose el mechón que le cae por la frente. Hoy no explica la obra, sólo la ejecuta. Durante el concierto, Ella admira el talento del pianista. La Otra se muere por acariciar sus ojeras.

Manos de pianista. Ágiles, intensas: la Otra piensa en el tópico, pero es que Él es pianista. Calibran su fuerza en cada movimiento: son fuertes, fibrosas. Él se acerca siempre de puntillas y medio arqueado hacia atrás, como un bailarín de fox-trot. Golpea las teclas con las mismas manos que ayer liaban un cigarrillo de manera delicada y precisa, casi femenina. Ahora vuelan, veloces. Teclean con furia. Desgarran. Fusilan. 

Termina el concierto, aplauden, salen. Ella se aleja, disgustada, porque Él prometió algo que no podrá cumplir. La Otra está cerca: escucha la discusión entre ellos, y se incomoda, divaga. Imagina. Él mantiene su argumento y se sale con la suya. Ella les da la espalda y sale, enrabietada; pero Él no la mira. Ni tampoco a la Otra. Atiende al público y va a lo suyo.  No hay opción, pues Él no deja otra opción posible. La Otra se la imaginaba morena, pero Ella es rubia, encantadora, perfecta, y habla todos los idiomas.

La Otra sólo pensó que fueran “Ellos” en la intimidad de la sala de piano. Pero aunque sean dos, Él y la Otra, nunca serán ellos. Ni aquellos. Son tan solo dos; un positivo y un negativo que se atraen cuando se encuentran. Un más y un menos en la aritmética vital. La otra quiso unirse con Él en un “nosotros”, que Él la integrara en la sintaxis de su vida. 

Ella se aleja, y la Otra lo retiene un momento –ahora está solo- y radiografía sus gestos con la mente, se pierde en su mirada líquida y verdosa, calibra su allure, le muerde las palabras;
se a
            ho
                   g
                          a.
Naufraga.

Gramaticalmente, Ella y Él son “ellos”. Ella y la Otra quizás coincidieron una vez en el mismo párrafo de la historia, pero están separadas por un punto final. La Otra sólo quiere volver… porque Él ha dicho que vuelve. Pero Él pertenece a un mundo del que la Otra no tiene las llaves.  

Ellos se van lejos, demasiado lejos. Pero no importa, pues nunca estuvieron al alcance de la Otra, quien sabe que nunca volverá a verlo. Aunque se mienta y se diga que sí. Él se irá tras Ella. O con aquélla, quizás.

La otra se rompe: sus pedazos van cayendo a cada paso que da. Pero la sola existencia de Él, la anima a seguir buscando. Para compartirlo con otro. Con aquellos.
Con el Mundo.